Los materiales de esta área invitan a los niños a observar, tocar y organizar. Mediante la manipulación de estos materiales, los niños son capaces de diferenciar conceptos como grande y pequeño, alto y bajo, grueso y fino. Además, estos materiales son perfectos para desarrollar la coordinación óculo-manual, que tan necesaria es durante los primeros años de vida.
Dentro de esta área no solamente trabajan el oído, el tacto, la vista o el olfato, sino que también se pone a prueba la asociación de diversos modos de sensibilidad (la superficial y la profunda), gracias al sentido estereognóstico.
Entendemos por sentido estereognóstico la capacidad de reconocer, únicamente a través del tacto, las formas y propiedades físicas de los objetos como la consistencia, la temperatura o el peso. Un ejemplo perfecto de material con el que se trabaja este sentido es la caja del misterio. Este material está formado por una caja de madera con dos agujeros, cada uno de ellos cubierto por una tela (para impedir ver el interior de la caja). Los niños introducen las manos y deben reconocer, solo con el tacto, qué objeto está en el interior.